sábado, 7 de mayo de 2016

EL TEATRO COMO LENGUAJE PROPIO




EL TEATRO COMO LENGUAJE PROPIO
Por José Carlos Vinasco Gamboa
1. La especificidad del arte teatral
El teatro es un espectáculo vivo que hace vivir.  Es alegría, fiesta, vivacidad, juego, diversión, inteligencia, placer, goce. Llama a la acción, al hacer, a no quedarnos sentados en las sillas, emite mensajes, el cuerpo del actor, la escena, los elementos, todo emite mensajes, nos habla, nos dice, nos cuenta.  Su característica esencial es la de estar frente al público, los actores están allí, los vemos, hablan y actúan sin que medie una cámara, grande o chica,  de cine, video o televisión, y de lo que hacen y dicen, no queda registro, sólo la memoria, el recuerdo, el vestigio, los datos. Del teatro griego, digamos con claridad, no tenemos registros de las actuaciones, registros del coro, de los personajes, los actores se perdieron en el umbral de la muerte, ¿Qué actor de la Grecia de Sófocles interpretó a Edipo? ¿Qué actriz a Yocasta? ¿Quién al ciego Tiresias? Pero sabemos por la historia misma del Teatro que las obras se representaban bajo formas propias de su cultura que hoy tal vez no alcanzamos a entender en su real contexto, en su propia historicidad, pero allí estaban, en los escenarios de la época, representando las obras ante la multitud que se congregaba alrededor del espectáculo.  El Teatro era el lugar donde se reunían a representar las obras, la gente iba al teatro a contemplar un espectáculo vivo y viviente; sabemos que existió, ahí está la evidencia arqueológica, los teatros perduran y se revelan en los escombros que la absurda posmodernidad pulveriza para arrasar con toda la historia y las tradiciones teatrales de los pueblos; además nos quedaron los textos que sobrevivieron, que la humanidad preservó contra la adversidad y que aún persisten, como células vivas del teatro que llega hasta nuestros días, trascendiendo su época y,  ligándose de manera asombrosa al presente y al futuro.
Así las cosas, es claro que el teatro que surge aquí o allá, en este tiempo o en otro, bajo los signos propios de cada época,, no está atravesado por la idea de progreso, en otras palabras, ni el teatro, ni las artes en general progresan, ésta herejía cuestiona la vacuidad del pensamiento liberal y socialdemócráta  que se funda en el progreso que aniquila la dialéctica, pero ésta es mas poderosa que un rayo y serpentea desde los tiempos de Lao tse en la antigua China, la poesía y el teatro oriental, en el pensamiento griego que descubre el movimiento eterno de las cosas y su incesante fluír, y que se despliega con toda intensidad en un tiempo sobrecargado de historia y luchas de clases, como es la sociedad contemporánea. ¿Progresa la Ilíada? ¿La Odisea? ¿Progresa Antígona? Nada más  absurdo que esa idea.  Una representación del Mercader de Venecia no constituye progreso de la obra como si la misma evolucionara en el tiempo.  Y si se cambia el texto y el contexto para, supuestamente, adaptarla a nuestros días, eso no es progreso, es simplemente hacer otra versión que a menudo resulta inferior a la obra original.  Con eso quizás se justifica un presupuesto, una inversión, una explotación de los empresarios a sus actores.
El teatro no progresa, tampoco la literatura o las artes en general.  ¿Progresan las  pinturas de Francisco de Goya, de Velásquez, de Oswaldo Guayasamín, Frida Kahlo, o los murales de Diego Rivera? No, ellas están ahí, tan vivas como ayer, representando un tiempo que contribuyeron a crear, lleno de contradicciones,  tiempos épicos y revolucionarios, que hablan a los hombres del futuro como Brecht a los por nacer.
Los actores siguen actuando, contando historias frente al público, están allí vivos ante y entre la multitud.  Si me invitan a ver teatro por las redes sociales, obras teatrales subidas a Youtube, mueve a risa. Esos videos no son teatro, ese video es la prueba que una determinada obra se representó en algún teatro pero no más, lo que vemos allí ha perdido su característica teatral esencial, la formidable dialéctica público-actor.
El teatro es una relación humana directa, es contacto, Voy al  teatro a ver una obra representada por actores, como voy a la audiencia de un juicio oral.  En el juicio oral todo es en vivo, el juez, los testigos y los abogados, los testigos narran una historia y los abogados presentan el caso y concluyen.  En el Teatro los actores usan técnicas especiales y crean y recrean una historia, nos muestran un mundo concreto que se materializa en la escena, nos hacen ver un pueblo distante en el tiempo, nos hacen ver ese tiempo y nos remiten a el, nos cuentan algo que nos hace pensar, divertir y gozar.  ,
Sin ser danza, es fiesta del cuerpo; sin ser pintura aparece como un cuadro lleno de policromía, sin ser música, la incluye para comentar la historia, es poético por la belleza de la expresión teatral y además, incluye la literatura.  Por eso el teatro no es un arte menor, no lo es porque no está subordinado a otro como la danza a la música, no depende de ninguno pero los incluye, en esto consiste su especificidad, su lenguaje, su materialidad.
2.  El Teatro es viento del pueblo.
El Teatro es una máquina de mensajes.  Todo tiene un significado aunque no se quiera darlo, aunque se pretenda vaciarlo en aras de la forma pura.  No hay forma sin contenido.   El arte no es el contenido como tampoco la forma en sí del teatro por separado alcanza la categoría de arte teatral o literario.  El arte teatral, para alcanzar esa categoría, la categoría de arte, , precisa una conjunción dialéctica de forma y contenido , así, el arte es ese momento , por lo tanto, una categoría diferente.  Hay quienes confunden el contenido con la trama, ésta no es el contenido como suelen creerlo, por ejemplo, los autores de ciertas novelas que se centran en la trama sin percatarse que ella no constituye la categoría de arte en literatura ni en teatro.  En su tiempo, muchos autores escribieron la historia de don Quijote de la mancha, pero sólo uno, Cervantes, conquistó con su relato la categoría de arte literario. En las artes teatrales, el momento del arte aparece en la conjunción dialéctica de forma y contenido.  La forma emite mensajes y el contenido emite formas.  Y esto se plasma o materializa en la concresión de las formas, que no son abstractas sino reales, vivas, humanas, demasiado humanas.  No son las sutilezas ni los adornos elementos del arte dramático, lo poético en el teatro no se reduce a tan poca cosa.  El arte es viento del pueblo, como diría Miguel Hernández.  El teatro se impregna del humus popular, lo elabora en el más alto nivel posible y lo carga de contenido.  Cuando se habla del elemento popular hay que andar con cuidado porque en este lugar de la tierra se confunde lo popular con lo ordinario y lo ordinario es la manera como asumen el teatro los populistas que vulgarizan las expresiones populares y además la manera como la burguesía y sus epígonos lo representan, lo popular como lo estúpido, lo banal, lo ordinario, lo burdo, lo grosero, lo indigno, lo ridículo, una visión elitista que separa el arte del pueblo y que cuando lo representa, lo degrada.  No se dan cuenta del carácter popular del Quijote y que decir de los grandes poemas Homéricos, la Divina Comedia o el Fausto de Goethe. El teatro y las artes en general, buscan el conocimiento, como la ciencia y la filosofía, pero de una manera diferente ya que su misión es distinta.  El lenguaje teatral comporta sus claves, su propio léxico, el gesto propio de su arte.

3. Bertolt Brecht y la vitalidad del teatro contemporáneo.
Bertolt Brecht.  ¿Tiene vigencia?  La pregunta está mal formulada pues se parte de la lógica formal que es la peor forma de pensamiento.  Brecht pertenece a la historia y no solamente a la historia del teatro.  No fue un pensador equiparable a cualquier otro.  Las obras de teatro escritas y representadas por el berliner ensamble se incrustan en la historia del teatro moderno como células vivas del movimiento teatral.  Brecht no es susceptible de colocarse al lado de otros, por ejemplo, al lado de Stanislavsky y de Grotovsky, y luego decidir a quien elijo.  No.  Tampoco estamos con la idea que el Teatro se hace como se hace camino al andar.  No, porque ya existe un camino.  Si en estos tiempos tenebrosos en que vivimos ponen a elegir con cual de aquellos nos quedamos como si eligiéramos pasteles, muchos dirían Grotovsky.  Se sienten mas livianos, masa acordes con los vientos del mercado neoliberal, pero luego entran en crisis porque el mercado ecige inversión, ahí está el billete, pero resulta que no se han dado cuenta aún que Grotovsky proclamaba el teatro pobre, un teatro basado en el cuerpo del actor, despojado de aditamentos exteriores y semejante idea coloca a Grotovsky del lado de las artes y los pueblos y, en conflicto abierto con la sociedad capitalista.  ¿Puedo escoger a stanislavsky para contraponerlo a Brecht? Quienes así proceden, olvidan que Bertolt Brecht incorpora a stanislavsky y lo traslada a la dimensión épica, en una relación similar a la de Marx respecto a Hegel, por lo tanto,  Brecht pone al derecho lo que en Stanislavsky estaba al revés, cabeza abajo. siendo así una de sus  principales fuentes.
La vigencia de Brecht se plantea como tal en el ámbito del neo liberalismo.  Para el capitalismo contemporáneo ni Marx ni Brecht están vigentes.  Por eso, como oportunista del teatro me escondo en Grotovsky o en Stanislavsky o en cualquier otro y discuto acerca de la vigencia de Brecht, adopto la postura socialdemócrata y liberal según a cual aquellos autores son herramientas de trabajo y puedo tomar la que quiera a mi amaño para sacar adelante mi negocio teatral, tal es la falta de criterio y la vacuidad de su pensamiento; Brecht, el marxista, el revolucionario que presenta los hechos tal cual, mo es presentable cuando de negocio se trata.  El marxismo está mas vivo que nunca y con él la épica Brechtiana.  Es un camino construido por el que hay que transitar, es ya una conquista de la historia, no es algo que se pueda tomar o dejar, es el camino en que nos encontramos.  El Teatro Brechtiano nos marca a todos, TODOS SOMOS BRECHT, somos la multitud que participa en el teatro, somos la historia que se expresa vivamente en el arte teatral, y desde el teatro buscamos y decimos la verdad, La ventaja teórica de Brecht nos permite afirmar que no es este o aquél teatro el que escogemos libremente sino aquél que incoercible-mente estamos determinados a hacer.  En estos tiempos, los nuevos relatos teatrales hunden sus raíces en las luchas de los pueblos del mundo contra el terror y las miserias del neoliberalismo actual. Y Brecht camina con nosotros, y entre nosotros, Grotovsky, Stanislavsky, Enrique Buenaventura, Antonieta Mercuri, Santiago García y otros más.









lunes, 4 de enero de 2016

LLOVÍAN PÁJAROS QUE REÍAN


Juan Márquez tiene 17 años, nació el 24 de agosto de 1998.  Reside en Pereira hace 6 años.  Es estudiante de grado 10 de bachillerato.  Ha estudiado en los colegios Carlota Sánchez, María dolorosa, Gimnasio Risaralda, etc. Ganador de mención especial en el salón vismio de artes escolares 2015 con el proyecto espacios Minúsculos.

Trabaja en proyectos teatrales y con alumnos de su colegio organizó el montaje de La Maestra, del dramaturgo colombiano Enrique Buenaventura. Actualmente trabaja en la adaptación teatral de textos del escritor Andrés caicedo.  

A su corta edad se revela como uno de los mejores representantes de las juventudes colombianas en el campo de las artes y la literatura.  Un muchacho sencillo que lleva en su mochila los versos que hablan a nuestro tiempo desde una Colombia desconocida y profunda.





Habitación

Pedazos de su vestido que aún flotan en la habitación,
Estropean las paredes,
Pinceles que dibujan nuestras horribles soledades,
Cartas esparcidas que impregnan el suelo de letras 
nocturnas.

Se hace imposible respirar,
Solo hacerlo  causa náuseas.

La habitación respira ilusiones hipócritas de otros tiempos.

Huele a abandono, a inhabitación,
Las sábanas conservan manchas de su sangre antes inocente.

En esta casa…
En esta habitación…
Yace el último vestigio del inmortal cadáver de su recuerdo




Pablo Neruda

Calles que me recorren,
Ojos que me miran y se marean.

Él corre, persigue y es perseguido por causas imposibles,
Él encarna una lucha, todas las luchas,
Él encarna la libertad, la infinita libertad,
Él, con sus noches estrelladas,
Tapizadas de ausencia,
De sufrimiento,
De muertes…

Demuestra que la esperanza es inmortal,
Y que la mayor satisfacción es verla en los ojos 
de los olvidados.

Las palabras no deben ahogarse en nuestros mares.





Imprecisión

Titilante obsesión,
Dantescas escenografías,
Proféticas del desastre
Escenografías perturbadoras.

Ciudades que caminan sus propias calles
Y se pierden
Y no se buscan...

Pero se encuentran
En un solitario espectador,
Imperturbable,
Perplejo.

Sangre,
Ha volado en él,
Sangre propia,
Derramada por otro…
U otros…
O todos…

En sus ojos,
Absortos,
Ve la muerte,
Su muerte,
La de otros,
La de todos.

Las vidas flotan en la ciudad,
Ven sus muertes, ven sus vidas,
Pero nunca ven con claridad





Ausencia

Implacable,
La detestable noche,
Se le pierde,

Cansos de esperar,

Como fuente de parque
Dado a cita constante con la lluvia.

Aquellos insomnios,
Eufóricos de olvido,

Su selva profunda,
Su selva de miradas,
Miradas, miradas…
Brillan, ocultan, lloran, ríen,
Hieren, maldicen, saltan y recuerdan…

Extrañas esa soledad,
Esa imprecisión,
Esos pasos que gritan en la oscuridad.




¿Quién anda ahí?

Una vez,
Un hombre,
O un chico tal vez…
O lo que sea!

Con tanto ruido alrededor,
Que sus ojos se volvían pequeños,
Tantas huellas,
Que sus labios lloraban.

Trataba de recordar algo que nunca olvidó
Pero que inexplicablemente flotaba,
Sujeto a sus ojos con agujas,

Y acordándose de quién era,
Desplegó sus alas para nadar,
Y cayó del árbol,
En una celda.

Llovían pájaros que reían.




Recuerdos Borrosos

Mañanas de colegio,
En las que el sol,
Nos introduce en un profundo letargo,
Que confunde los límites de nuestros sentimientos.

Mañanas de ensueño,
De uniforme,
De miradas disimuladas,

Mañanas de escaparse de clase,
De perder el año solo por su compañía.

Sentados mirando el vacío,
Y maldiciendo el tiempo,
Maldiciendo todo lo de afuera.

Mañanas de recorrer miradas y piernas,
De recorrernos bajo el sol,
De que el sol nos recorra
Y de odiar el timbre que suena y anuncia nuestra ausencia.




Ilusión

Camino hacia mi casa,
Me desvió
Por la ruta innecesaria,
Pero para mí indispensable.

Camino su calle,
Miro su casa,
Miro su ventana
Vacía.

Así todos los días,

Hasta que uno de tantos,
uno cualquiera,
miro su corazón,
Y está vacío.














viernes, 17 de julio de 2015

SER O NO SER...esa es la cuestión




¡SER O NO SER! Esa es la cuestión.
Por José Carlos Vinasco Gamboa

Fuente: Revista Juglar Año 2 No. 3 Junio de 2015

Sí, hay teatro, representaciones, grupos, festivales y eventos, máscaras, zancos, en grandes y pequeñas salas, en las calles, parques y plazas, se juntan, se paran, elevan y caen.  El teatro vive su drama, como nunca antes, no sabe qué hacer, pero hace, no sabe qué decir, pero dice, no sabe que contar, pero cuenta. Pasa como una sombra, desaparece entre telones y vuelve con el rostro cambiado.   Un gesto teatral, el cuerpo del actor, los movimientos que pueblan la escena, se abren paso entre los signos de una época terrible, sobrecargada de historia, autodestrucción y muerte.  El actor es consumido y devorado por la purulenta vida social donde es atrapado y desahuciado al mismo tiempo, pero lucha, porque sabe que el ser o no ser del arte teatral es la pesadilla que lo atormenta desde Shakespeare, aunque hoy con un sentido diferente.  El ser o no ser del teatro contemporáneo abarca una problemática de una magnitud crítica superior a la de épocas precedentes, por ejemplo, desde principios del siglo XX, con el auge del cinematógrafo, se anunció la muerte del teatro, pero pronto la evidencia demostró su tremenda vitalidad y sobrevivió a esos augurios.  Las artes escénicas, en el mundo global del mercado capitalista, sucumben y se deterioran, `porque el desprecio por lo humano alcanza dimensiones indecibles.  Actores y actrices, periodistas y escritores, son comprados por el mercado capitalista y se transfieren al infecundo mundo del entretenimiento, donde se ahogan los pensamientos, las ideas y la creatividad.  El capitalismo mella el filón revolucionario de las artes escénicas.  No obstante, el teatro reaparece, vuelve a retomar el tiempo perdido, los actores retornan, ¿tienen historias qué contarnos? ¿Tienen algo para decirnos? 
En otras palabras, los nuevos relatos ¿surgen del teatro preexistente?  ¿Imitamos a Shakespeare, Lope de Vega o Bertolt Brecht? ¿O retomamos a Sófocles o Eurípides? ¿Contamos las mismas historias adaptadas a un mundo diferente?
Los relatos contados por el teatro desde la Antigüedad griega hasta nuestros tiempos surgían de aquellas sociedades, de lo profundo de sus culturas, de su mitología, de su historia concreta, de sus creencias. Edipo Rey no es posible sino en aquella sociedad  donde lo humano y lo divino no están en conflicto, donde la polis es divinidad, la contradicción entre Religión y Estado,
que aparece solamente en el mundo moderno, no ocurría en el mundo Antiguo.  . Edipo debe investigar el crimen de Layo para aplacar la furia de los dioses que han enviado la peste sobre Tebas y finalmente, el destino trazado por el oráculo de Delfos se cumple inexorable; Edipo, sin saberlo, da muerte a su padre para luego casarse con Yocasta, sin sospechar que era su madre. Descubierta por Edipo la verdad, luego de interrogar a los testigos, entre ellos el ciego Tiresias, conocedor de las razones de la peste y los terribles designios del oráculo, Edipo se arranca los ojos y emigra al destierro.  Este vigoroso relato, con personajes que hacen brotar la vida a borbotones, es comprensible solo en ese contexto del cual surgió y como la luz de una estrella que ha explotado hace miles de años, llega hasta nuestros días porque a pesar de provenir de un mundo ya desaparecido, algo dice a los hombres de nuestro tiempo, algo se desgarra desde allá y nos toca y nos hiere, que está presente en la humanidad y que nos es común que es el elemento revolucionario que le permite a los relatos poéticos trascender a su origen y a su tiempo, el pasado siempre tiene algo que decir a los hombres del futuro que preservan en su memoria los momentos luminosos de sus luchas, sus grandes preocupaciones, sus victorias y sus derrotas, las decisiones que hay que tomar, como arrancarse los ojos o enfrentarse a la muerte.
En tiempos más recientes, Nicolás Maquiavelo irrumpe en el escenario de la filosofía y establece la ruptura con el mundo medieval, hace estallar las tradiciones teológicas, define con claridad el objeto de la Política y la inaugura como ciencia y fecunda el mundo cultural en todos los ámbitos al punto que el libro preferido del dramaturgo Inglés William Shakespeare era El Príncipe y su lectura fue influyente y decisiva en la aparición de sus grandes dramas históricos, Ricardo III, Hamlet, El Rey Lear, Otelo, etc.  Estos relatos eran fruto de las profundas transformaciones culturales dadas en aquellos tiempos, que permitieron la formación de estos grandes artistas, así como Leonardo y Miguel Ángel fueron posibles gracias al renacimiento italiano.  El teatro construyó sus relatos siguiendo la tradición de la juglaría de la baja edad media, sustanciada de crítica y burlas a los curas, príncipes y cortes de aquellos tiempos, permitiendo la aparición del teatro popular en la tradición de Lope de Vega, Calderón de la Barca y muchos otros.
Bertolt Brecht aparece en los tiempos del desorden, la insensibilidad, el crimen y las guerras más destructivas y masivas jamás antes existentes, busca ser sabio y se nutre de pensamientos marxistas, como Shakespeare se había nutrido del pensamiento avanzado de su tiempo. Brecht toma partido por los trabajadores, inmigrantes, por todos aquellos cuya suela de los zapatos se desgasta más huyendo de la guerra en los tiempos de la lucha de clases y en la esperanza que algún día el hombre será el mejor amigo del hombre.  Unidos por un poderoso hilo en la espiral del tiempo,  Shakespeare en los albores del capitalismo y la violencia propia de la acumulación originaria que le tocó vivir y Brecht en los tiempos del imperialismo, la conquista de territorios y la devastación generalizada por la guerra mundial con millones de víctimas sembradas en La Tierra Baldía, despuntan obras esclarecedoras como  Cabezas redondas y Cabezas puntiagudas, La Madre, Madre coraje, El círculo de Tiza Caucasiano, los fusiles de Teresa Carrara, las queno hubieran sido posibles sin el mundo cultural introducido por el marxismo como expresión cualificada de una visión del mundo, filosofía y praxis del movimiento obrero contra el Capital y todas sus formas de explotación, caos y destrucción de la vida humana, que garantiza a la clase burguesa internacional la tasa de beneficio a favor de un puñado de archimillonarios que actúan contra la humanidad para salvaguardar sus atroces negocios por los que desatan toda clase de crímenes, sin detenerse.
Vivimos tiempos terribles. Los hombres son devorados por lo que consumen y atrapados en los mercados globales, el capitalismo busca avasallar todas nuestras vidas y apoderarse de nuestros cuerpos,  Los nuevos relatos poéticos y teatrales surgen de allí como expresión de la resistencia y de la lucha.  Los niños de la Franja de Gaza, ven su escuela destruida por los mísiles del sionismo israelí, ¿no ameritan una historia, un relato?  La anciana de 85 años, víctima del desahusio fruto de la crisis, por una deuda con el banco por avalar a su hijo, ¿No es acaso una tragedia que puede y debe apropiarla el teatro?? Piensen en seis furgones de Policía que llegan al lugar para desalojarla, tal como ocurrió, ¿debe esto pasar inadvertido para los dramaturgos y gentes del teatro?
 La historia de Ángel Miro, un aldeano colombiano al cual la Alcaldía le entregó un lote a la orilla del río que bordea el pueblo y le dio dinero para que hiciera una casa, que por ser tan poco sólo pudo construirla de cartón con plásticos y baldosas colocadas sobre el piso de tierra, y a los siete meses de estar allí, viviendo del río como arenero, esa misma alcaldía da la orden de desalojo, y para hacerla efectiva, una mañana, muy temprano, cuando apenas los moradores despertaban  aparece el SMAAD, grupo antidisturbios, otro de antiexplosivos, el de antinarcóticos, miembros de la Policía Nacional, funcionarios civiles de la Alcaldía del municipio, que lo apresan y lo someten con su familia y luego, al final del operativo, hacen aparecer como si fueran magos, unas municiones para llevárselo preso en un falso positivo.  Encarcelado en espera de una condena a nueve años su familia sufre toda clase de miserias y se sume en la desesperación.  Un abogado que asume la defensa de aquel hombre se da cuenta de la injusticia y convence al fiscal para que retire los cargos luego de sufrir un año de prisión.  El fiscal, que no se detiene ante nada para acusar a las personas, de pronto reacciona y finalmente accede.  
¿No es esto digno de un relato teatral? Nos dirán que son historias provincianas y en todo caso indignas porque no están en la globalidad, expresión que se opone a lo local que se concibe expúreo e indigno porque no está en el mercado, como antes nos decían algunos personajes con  aire  de eruditos, que relatos como la Mala hora de García Márquez no tenían universalidad y que la narración de la  masacre en la zona bananera en Cien años de soledad, tampoco tenía esa dimensión.  Este lenguaje que discrimina en nombre de una supuesta “alta cultura” ha quedado pulverizado y sus epígonos, olvidados en la oscuridad  del pensamiento liberal y del fascismo.

El teatro no surge del teatro, como la poesía no surge de la poesía.  Esta idea retomada por Antonio Gramsci del filósofo Benedetto Croce, en los  primeros años del siglo pasado y llevada a las dimensiones del “arte comprometido” que apuntala Jean-Paul Sartre, cuya fuerza se expresa en la totalidad del arte del siglo XX, en su capacidad militante, en el hecho de mezclarse con las multitudes y expresarse en medio de esa gran diversidad, donde los artistas trabajan y luchan, donde bulle el teatro por todos los escenarios imaginables e inimaginables,  los nuevos relatos surgen de la vida que vivimos, de su confrontación, del ajuste de cuentas con las ideologías, de la creación de un mundo cultural donde puedan tener lugar la formación de nuevos artistas, su aparición en un nuevo renacimiento, que sacude las mentes, que asume los cuerpos, que transforma lo que toca, que inunda el mundo con el gesto nuevo propio de los tiempos que avanzan, el actor nuevo aparece con sus relatos, ese actor va al cine, a los juicios orales, transita la calle y aprende de los hombres y las mujeres que ríen a carcajadas y se burlan de las formas, de las castas, de las iglesias, que critican todo lo que ven y escuchan, que pelean, cantan y bailan, de los que viven y se enfrentan a las atrocidades cada vez más crecientes de la sociedad capitalista y de sus regímenes o la manera como se presenten, como lobos disfrazados de ovejas o como ovejas disfrazadas de lobos.



martes, 3 de febrero de 2015

YO NO QUIERO SALIR AL PATIO

Por: José Carlos Vinasco

YO NO QUIERO SALIR AL PATIO

Yo no quiero salir al patio,                                                                     
seco y  muerto, en el  atardecer.
El  gato se esconde entre las azaleas,                                                
no iré  tras el, porque me duele
la rodilla izquierda adolescente.
 En medio de las viejas paredes,
permanezco  sentado,  
el reloj  despertador
suena a las cuatro,
en el  más oscuro rincón de la casa.
El tiempo sale como polvo
de la  ajada  cortina,
y afuera el olor a tabaco de la fábrica.
Los años son un espejismo,
el color de las paredes, un sucio recuerdo.
El árbol de limón sobrevive a los  fantasmas
y  la  tierra  se hunde sacando a la superficie
las raíces más profundas y sabias de la  noche.

22-12- 2014 Pereira


jueves, 24 de julio de 2014

LOS NUEVOS RELATOS DE LA POÉTICA CONTRA EL CAPITAL







LOS NUEVOS RELATOS DE LA POÉTICA CONTRA EL CAPITAL
Por José Carlos Vinasco
 Fuente: REVISTA juglar, año 2 número 2, Abril de 2014
En medio de la más espantosa crisis del capitalismo mundial, los artistas y las artes deambulan de un lado a otro, como agenciadores de los nuevos relatos, como voceros de los acontecimientos que irrumpen potentemente y preceden la historia.  Ese deambular ininterrumpido, ir de un lugar a otro, estar aquí y allá, es un intento creativo y libertario, de escapar de la esclavitud generada por el capital expandido  a escala mundial por la globalización que somete todo a su designio, que impone el pensamiento único y estrangula la potencia del arte en tanto aprisiona en sus infernales círculos sus productos para ponerlos tras las rejas del mercado mundial.
Sólo tienen valor, entiéndase bien, valor monetario,   los artistas y las artes que se configuran en el proceso de subsunción del trabajo en el capital, es decir, que se dejan capturar por el mando capitalista para cercenar, mellar o suprimir las potencias creadoras del arte y de los artistas y así encapsularlas dejándolas reducidas a sus formas mas tradicionales de concebirlas, los pequeños círculos, los anquilosados museos, las áreas culturales de los bancos, los auditorios, las salas oficiales de teatro, las capillas institucionales, los avinagrados grupúsculos literarios, las grotescas formas de relación contractual donde la excedencia es tan pírrica que hace imposible a los relatos artísticos hacerse parte de los procesos de liberación de la creatividad, excedencia que posibilitó el auge artístico como quizás ocurrió en la época del renacimiento italiano,  en contextos de crisis y de lucha de clases como aquellas que están operando de manera efectiva en la escena contemporánea.
En la Europa actual, donde una vez existió una luminosa ciudad llamada París y otrora al parecer una ciudad llamada Atenas, cuyos legados y memoria están a punto de desaparecer  porque devienen demasiado subversivas  frente al neoliberalismo actual, que no las soporta bajo ninguna condición, miles de actores son lanzados a la calle y con ellos innumerables músicos y artistas en general, víctimas de los recortes sociales y de los presupuestos destinados a la culturas y las artes, en especial, las escénicas,  es decir, que la manera de solventar la crisis del capitalismo contemporáneo cobra como una de sus principales víctimas, las artes y la cultura. 
Aquí se revela de manera clara, precisa y contundente la hostilidad del capitalismo al arte, pero además, la potencia de las artes contra el capital, inclusive mas allá del capitalismo, puesto que éste sistema sigue operando con sus símbolos de decadencia y muerte sobre la historia, quedando en claro que la verdadera naturaleza de la poética es la rebeldía, propiciada de manera incesante con sus relatos artísticos y con la potencia de sus actos creadores, verdadero poder constituyente, capaz de transitar por la sociedad de una manera diferente, de hacer parte de la multitud y de experimentar desde allí la irrupción de los nuevos relatos artísticos, invirtiendo el proceso de subsunción, creando resistencias, destruyendo la extensión de la fealdad generada por el Capital globalizado, que se hace evidente en el desencadenamiento de las guerras con las que se impone a la humanidad el libre mercado, los genocidios, las matanzas, las desapariciones forzadas, la tortura en las cárceles clandestinas, el terror generalizado, es decir, la presencia de todos los componentes de la acumulación  originaria descrita por Marx en el Capital, y su reproducción a gran escala,   y recuperando lo bello a partir de la incesante liberación de las fuerzas productivas del trabajo y de la potencia de cuerpos y mentes que obran en la historia, que fundan el acontecimiento, que inventan la palabra nueva y precisa. 
En Colombia, en particular nuestra región, no experimenta el lanzamiento masivo de actores a la calle ni de otra categoría de artistas, por la elemental razón que en este suelo, en esta tierra, nunca han tenido un trabajo estable y bien remunerado que pudiera llamarse digno.  Nuestros actores y artistas deambulan por Europa y Norteamérica como portadores de una poética que recorre el mundo, como hacedores de la ciudad futura que despunta como porvenir revolucionario, como inmigrantes que huyeron de las asfixiantes amarras impuestas por la maquinaria del estado y de sus partidos y de un sistema educativo subordinado al clericalismo mas abyecto, y de una tierra donde sus intelectuales abandonaron la tarea de crear un estado de cultura, dejándola en manos de la iglesia, en cuya base se encuentran todas las falencias de la vida nacional que involucra el desprecio absoluto por las artes y la cultura, que no pudieron tener en nuestra historia un destino autónomo e independiente en el marco de un estado nacional y un consecuente republicanismo democrático.
Los actores viven del rebúsque, aquí nunca hubo empleo para ellos, su trabajo artístico se forjó a golpe de sol y de agua, son la mas grande potencia creadora, vienen del pasado y se instalan en el futuro, traen la alegría de la palabra y de sus cuerpos, anuncian la ciudad futura, pueblan de poesía los espacios, generan nuevas condiciones, pintan las paredes, crean las consignas, agitan la vida cotidiana, no se encierran en los estrechos círculos, saltan, baila, danzan, colorean la vida, llevan el arte a sus espaldas y la actuación en sus rostros y en sus cuerpos, irrumpen en los frentes de lucha, aparecen con nuevas canciones, nuevos actos teatrales, sacuden el orden y la vida normal.  Saben perfectamente que no habrá solución a sus problemas, que no habrán puestos para ellos en las instituciones públicas, que no van a ser contratados como actores, músicos, muralistas o pintores salvo que obtengan la concesión dada por un gestor cultural que habrá de explotarlos y exprimirlos hasta sacarles la última gota de plusvalía.
La verdad es que prometí a mis compañeros de redacción escribir un artículo sobre William Shakespeare a quien conocí una brumosa noche Londinense hace ya algunos siglos, pero observando la realidad de los tenebrosos tiempos que vivimos, y el devenir trágico de los actores y artistas contemporáneos, decidí aguardar un poco y tal vez hasta el próximo número para contarles que este hombre no imaginó que el mercader de Venecia se iba a globalizar a tal punto que en estos tiempos dejaría de ser un veneciano para tomarse la economía mundial y que Ricardo III vive y se expresa a través de los Barak Obama, Nicolas Sarkozy, Rajoy, los Uribe, los Santos,  los que bombardearon Libia, y mataron inocentes en Irak, y que imponen su economía de mercado a sangre y fuego.  Y que además,  escribió contra el capitalismo pues a él le tocaron los inicios de la acumulación originaria y de los crímenes que se perpetraron para su expansión mundial.  Las obras de Shakespeare están volviendo a ser representadas, en Pereira, Mísero Próspero de José Sanchis Sinisterra, basado en La Tempestad, y ahora en Medellín, el grupo teatral Hora 25, con una versión de Hamlet y que se encuentra actualmente en temporada.
Esto no es gratuito, los relatos del pasado son de nuevo traídos al presente, el uno vive en el otro y lo repite siempre como tragedia y comedia al mismo tiempo, y los anhelos de transformación se han incorporado a la conciencia colectiva y hacen parte de la memoria histórica de la humanidad. imuestra que la tragedia propia de la condición (in) humana es en realidad de todos los tiempos de acuerdo a las circunstancias creadas por los hombres hacedores de la historia. Los relatos artísticos vuelven a representarse aún modificados porque ellos dicen a los hombres del futuro cual ha de ser su porvenir y lo que deben hacer para evitar el drama.a que hoy se nos arrastra, evitar la desaparición de la vida humana y la destrucción del planeta por el capitalismno depredador y la amenaza de su devastación nuclear.


jueves, 20 de marzo de 2014

GOLPE DE ESTADO EN BOGOTÁ



 GOLPE DE ESTADO EN BOGOTÁ
Por José Carlos Vinasco Gamboa

Las derechas colombianas celebran todos a una, como en Fuenteovejuna, la decisión de Santos de negarse a cumplir las medidas cautelares dictadas en favor del Alcalde Petro. De aceptar las medidas cautelares enfrentarían el referendo revocatorio y la derrota sería aplastante para ellos, saben que por esa vía el Alcalde y las mayorías bogotanas saldrían avantes, por eso había que evitar el pronunciamiento popular. El Alcalde que nombra en reemplazo de Gustavo Petro no tiene representación popular, es la única forma como pueden hacerse al poder en la capital, por el golpe de estado encubierto y en contravía de la Constitución y la jurisprudencia de la Corte Constitucional y de la Corte Interamericana de derechos humanos. 

 El espectro de las viejas castas políticas, corruptas y antidemocráticas, recorre las calles de la Capital y al Presidente se le escurre por las comisuras de los labios una salivilla de verde veneno como al sátrapa descrito por Valle Inclán en su novela, Tirano Banderas, Santos Banderas. Toman el poder sin voto popular. Se revuelcan en su pantano satisfechos de este logro expúreo y fatídico. 

No olviden esto: Cuando el jefe guerrillero Alfonso Cano ofreció la Paz, al Tirano no le tembló la mano para ordenar ejecutar su muerte. Cuando La Comisión Interamericana sobre Derechos Humanos anunció medidas cautelares a favor del Alcalde Petro, no le tembló la mano para destituírlo conforme lo decidido por el clerical Procurador en una decisión política evidente. 

 Asesinan la escasa democracia, no se detienen ante los derechos humanos, no les importa la ley y la jurisprudencia internacional, actúan por lo bajo con un nacionalismo de poca monta que reivindica al viejo régimen, a las antiguallas del 86, a sus ideologías. Han salido del viejo Estado como de un naufragio de sangre. Iniciaron su criminal escuela de asesinos desde la nefanda noche septembrina cuando intentaron asesinar al Libertador Simón Bolívar y desde entonces no paran en anegar de sangre a Colombia. De liberales a uribistas, de conservadores a santistas se regodean de alegría por este acto de audacia propio de raponeros y banqueros. Es la destrucción de la inteligencia y de la vida por el cadáver que representan.

sábado, 1 de marzo de 2014

CUANDO LAS SEMILLAS ERAN DE LA TIERRA



CUANDO LAS SEMILLAS ERAN DE LA TIERRA

Crónica teatral

Por José Carlos Vinasco gamboa

En el teatro del centro cultural de Pereira Lucy Tejada en Ciudad Victoria, se presentó el grupo de teatro FUNCAD, con la dirección de Alonso Marulanda con la obra del escritor Caldense Rafael Arango Villegas, Asistencia y camas, adaptada a la vida vecinal y urbana de Pereira durante la primera mitad del siglo XX. La obra busca plasmar el mundo rural de una época en que todo parecía abundar y estar al alcance de la mano como en aquellos viejos y dorados tiempos que rememoraba Don Quijote en su prédica ante los pastores.
Rafael Arango Villegas, novelista y cronista de la vida popular y campesina del viejo Caldas es representado ante un nutrido público presente en la sala.  El medio rural y urbano aparecen en escena, la fonda, el parque de Bolívar y la galería de la ciudad, lugares donde  la trama de la obra se desenvuelve alrededor de una mujer que representa la campesina de nuestras veredas y su vida ligada a las formas propias de la producción y la distribución de los frutos de su trabajo.   Los personajes emergen del público y van poblando el escenario, va apareciendo el mercado campesino que nos evoca imágenes de las obras de Dickens, siempre tan populares y llenas de color, como estampas de un tiempo perdido, esas relaciones resultantes de las formas de producción y del trabajo, del intercambio propio de la vida social, crea una atmósfera idílica donde tienen lugar las situaciones que envuelven la trama alrededor de la vida de Petra, la protagonista de la obra. Era la época en que las semillas pertenecían a la tierra.  La historia, decía Marx, suele repetirse, la primera vez como tragedia, la segunda como farsa. La antigua galería de Pereira desapareció para dar lugar a los edificios que hoy configuran la ciudad.  La obra que se representa es un eco lejano de las voces fantasmales de aquellos hombres y mujeres que se reunían a intercambiar los productos fruto de su trabajo, y a conversar acerca de sus penas y sus duras jornadas. Aquí donde estuvo la antigua galería y donde se levantan estas moles existe un mundo ya perdido para las generaciones actuales, un mundo cuya memoria se quiere borrar, porque el mundo rural para la Pereira actual parece anacrónico e indigno. Ese mundo debía ser destruido, y lo fue efectivamente, a sangre y fuego, por una burguesía que se apoderó, poco a poco, pero a mansalva y sobre seguro, de los terrenos más importantes a efecto de realizar sus inversiones y abrirle camino al libre mercado. Ese mundo idílico de Rafael Arango Villegas, con toda su crítica costumbrista, llena de humor y saturada de vida rural no tenía cabida en la mentalidad de la arribista clase burguesa de la ciudad quien se dedicaba a capturar todos los espacios para ponerlos a su servicio, desde lo público a lo privado, desde lo real a lo irreal. La obra nos rememora todo lo que fue aquella vida, con sus dolores, angustias, penas y sufrimientos, alegrías y satisfacciones, amores y desamores cotidianos, la pelea callejera, los gritos, las risas y los afectos del día con sus besos y sus abrazos; en el mercado, en la descripción de la cultura alimentaria, y de ahí a la escena del parque que nos recuerda la infancia ya ida, donde los niños jugaban, se retrataban con  la familia y degustaban los dulces de algodón que los vendedores ambulantes ofrecían al público. Todos estos personajes llegan a la escena como recién  salidos de la vereda, hablan como campesinos y se expresan como ellos, en su lenguaje, en su discurso, en sus manifestaciones elementales. Y esto es lo que gusta al público. Los ancestros rurales están vivos, almacenados en la memoria, bullen en el interior de cada uno, por eso el público goza y se identifica con los personajes, porque los de propios, porque lo siente como parte de una historia que aún no ha culminado. El tinto, la fonda, el pandequeso, subyace en el inconsciente colectivo, en el imaginario que es realidad viva de la historia popular y de la vida cotidiana de las mayorías. El público ha visto en el pasado su presente, en medio de la multitud están sus abuelos, los que lucharon, los que hicieron historia. La obra se presenta además en el contexto de un paro agrario de carácter nacional, lo que significa que los problemas del campo están allí tan vivos como nunca, tan irresolubles como siempre y tan presentes como la lucha misma. En la obra están los ecos de un mundo idílico, de una vida añorada, afuera están los gritos de protesta que emanan de la realidad que se hace cada vez más insoportable, que trae los problemas del pasado, que tiene las heridas de la desaparición de un mundo a sangre y fuego y que no cesa de herir al presente con la sangre derramada. El teatro cumple su función, el público llena por completo toda la sala, esto significa que hay público para el teatro y que hay teatro para el público.,